
PUNTO DE PARTIDA
A unos dos kilómetros del Mar Mediterráneo, emplazado en un punto intermedio de la Rambla de Campos, entre el asentamiento montañoso del pueblo y su extensión costera nace el nuevo centro de Salud de Mojácar. Un conjunto de volúmenes blancos y puros, con aristas marcadas y caras facetadas por el sol, atravesados por este sólo en los huecos imprescindibles y adaptados con naturalidad a la topografía en que se asientan, forman el pueblo histórico de Mojácar. A través de un lenguaje contemporáneo, el edificio rescata y reinterpreta valores de la arquitectura vernácula popular.
El proyecto establece un constante diálogo entre realidades contrapuestas. En él se enfrentan repetición y exclusividad, regularidad e irregularidad, naturalidad y artificialidad… todos ellos aspectos dicotómicos que se intensifican mutuamente y recíprocamente. La dualidad sirve para ordenar el programa funcional, que se divide en tres bandas. Una banda alberga las estancias de igual tamaño y condición (las consultas estándar) mientras que la opuesta concentra los módulos de especialidades sanitarias. Entre ambas, se dispone una gran sala de circulación y espera que ejerce de columna vertebral para las conexiones del Centro.
La dualidad se extiende también al emplazamiento del edificio, que se sitúa en el punto medio entre el mar y la montaña. El núcleo costero y el asentamiento histórico quedan unidos por dos vías paralelas: una rambla natural y una carretera artificial. La tensión entre ambos trazados (el primero, más sinuoso y el segundo más tenso) se pone de manifiesto también en la geometría del edificio. Se trata de un proyecto cuya construcción y estética responden al mismo tiempo a los valores tradicionales de la zona, a los condicionantes del entorno y a las exigencias del programa funcional desde una perspectiva contemporánea.

DUALIDAD
Día y noche, izquierda y derecha, arriba y abajo, mar y montaña, blanco y negro, dulce y salado… el mundo está lleno de binomios. El nuevo Centro de Salud de Mojácar adopta esta realidad como una estrategia recurrente para responder a los condicionantes del entorno y del programa funcional. Así, se produce en el proyecto un binomio regular-irregular que se intensifica con cada decisión adoptada.
El edificio se emplaza entre dos vías de conexión. La primera, artificial, consiste en el tramo de carretera que conecta el núcleo montañoso con su extensión costera. Hacia ella se orientan las consultas estándar, todas idénticas y dispuestas en serie, de manera que conforman una fachada repetitiva con aire institucional.
En contraposición, los módulos de las distintas especialidades sanitarias se agrupan en la parte trasera, orientada hacia la segunda vía de conexión, esta vez natural, que resulta ser la Rambla de Campos. Cada módulo requiere unas condiciones específicas de tamaño, lo que produce un juego volumétrico que ofrece como resultado un cuerpo fragmentado, más relacionado con la escala doméstica del propio pueblo mojaquero.
De este modo, el edificio diferencia claramente el programa sanitario y sabe responder al mismo tiempo a las características espaciales del pueblo y al carácter institucional y de equipamiento público que el edificio representa.

ARQUITECTURA ANÓNIMA
Hace más de medio siglo, el Museum of Modern Art de Nueva York (MoMA) acogió una de las exposiciones más influyentes en aquel momento: “Architecture without Architects” (Arquitectura sin Arquitectos). En ella se defendía el valor de la arquitectura popular, sin autor, vinculada al paisaje y la tradición cultural, austera y concebida desde la lógica. En definitiva, la exposición reivindicaba la importancia de una arquitectura de la mano de la razón. Sencilla, que no simple.
Entre las imágenes encargadas de ejemplificar y visibilizar el carácter conveniente de este tipo de construcciones vernáculas figuraban dos fotografías de José Ortiz Echagüe. En ellas se identificaba el conjunto de volúmenes puros, blancos, de escala doméstica, adaptados al relieve natural creando una suerte de topografía artificial respetuosa con las trazas preexistentes. Junto a dichas imágenes figuraba un breve texto titulado “Model hill town” donde el comisario de la exposición, Bernard Rudofsky expresaba su sentimiento sobre el peligro de extinción que dichas construcciones humildes presentaban por culpa del turismo descontrolado y la banalidad del “falso estilo vernáculo”. Dicho de otro modo, Rudofsky se oponía al proceso de globalización y a la consecuente pérdida de identidad local.
Mantener las propiedades que captaron la atención de Rudofsky y suscitaron un interés universal por este lugar ha sido una invariable durante todo el proceso de proyecto y construcción del edificio mojaquero.

+info en https://maldonadoarquitectos.com/nuevo-centro-de-salud/
vídeo en https://www.youtube.com/watch?v=tLJbIrZdxd4&t=2s
fotografía http://davidfrutos.com/